Tú «puedes» ser quien eres

¿Cuánto tiempo malgastamos intentando ser quienes no somos?

¿Horas? ¿Días? ¿Años?

Esperamos que, si nos parecemos a la imagen que los demás tienen de nosotras y de cómo «debemos supuestamente ser», tendremos «el éxito» garantizado, pero no es así.

Cuando «nos forzamos» a nosotras mismas a ser diferentes de como somos, algo dentro de nosotras se rompe, se escinde, se quiebra.

Nos miramos al espejo y no nos reconocemos.

Tenemos miedo a decepcionar a los demás, a no estar a la altura, a que no nos quieran, a que nos dejen o abandonen, a que no nos acepten, a que nos critiquen, a que nos juzguen, a que nos rechacen, a que nos den de lado, a que nos «machaquen»…

Todos estos «miedos» son totalmente lógicos (seas hombre o mujer), al fin y al cabo, nos importa lo que los demás piensen de nosotras, por mucho que creamos que «estamos por encima de eso».

No lo estamos, somos «animales sociales», vivimos en sociedad, y nuestras necesidades afectivas nos unen, cuando no «nos atan» a los demás.

Somos la especie animal que nace más indefensa, la mayoría de los mamíferos cuando nacen son capaces de ponerse en pie y caminar, a nuestra especie le lleva varios meses.
Sin la atención, cuidado y protección de los demás, no sobreviviríamos.

Así es nuestra naturaleza, vinculada a la del resto de seres humanos.
Y claro que nos importa lo que piensen los demás de nosotras y la imagen que tengan de nosotras.

De hecho, esa imagen, ese concepto que se formen de nosotras, afectará a nuestras relaciones sociales, y por ende, a nuestras vidas.

Quienes trabajan en marketing y publicidad, lo tienen muy claro:
«No hay una segunda oportunidad para generar una primera impresión».

Lo he oído cientos de veces, y tienen razón.

Ahora bien…
¿Qué imagen tienes tú de ti misma?

Tal vez te hayas quedado atónita en este preciso momento porque ni te lo habías planteado.

La respuesta puede cambiar tu vida, no exagero.

Como os decía al principio, pasamos muchísimo tiempo tratando de ser de una determinada manera, y no nos dejamos «ser».

Tenemos en cuenta tantas variables, tantas opiniones, tantas personas, que tal vez, todavía ahora, sigas intentando contestar a la pregunta que te acabo de hacer.

Tengo una más…
¿Te gusta quién eres y cómo eres?

Se pone aún más difícil…

No nos enseñan a cambiar, menos aún a gestionar el cambio, pero mucho me temo que tampoco nos enseñan a querernos y aceptarnos tal y como somos.

Vivimos de espaldas a nosotras mismas, siempre mirando afuera, nunca adentro.

No me cabe ni la menor duda de que ese es uno de los motivos por los que la meditación cada vez tiene más «adeptos y adeptas».
La meditación te enseña a mirar en tu interior.

Si bien no hay garantías de que te vaya a gustar lo que veas cuando mires dentro, lo que es innegable es que estarás mucho más cerca de ser quien eres.

Hay muchos «disfraces», la mentira es uno de ellos, pero ninguno te sentará tan bien, como ser quien eres, tú misma.

¿Qué hace falta para conseguirlo?

La respuesta puede parecer obvia: Conocerte a ti misma.
Pero hay incluso un paso previo, y necesario, y es:
Darte permiso para ser quien eres.

Darse permiso implica aceptar lo que esto significa.

Darse permiso significa no juzgarse, no criticarse, no castigarse.
También significa aceptar el hecho de que habrá personas a las que les guste como soy y personas a las que no.
Implica aceptar que sea como sea yo, los demás tienen derecho a ser como son, que habrá personas que me respetarán y querrán tal y como soy, y otras que, sencillamente, no lo harán, y es muy posible que ni si quiera llegue a saber nunca por qué.

Darte permiso significa darte la oportunidad a ti misma, la oportunidad de elegir hacer las cosas a tu manera y ver qué pasa.
También darle la oportunidad a los demás de decidir si quieren estar a tu lado o no, y en qué medida quieren hacerlo.

Darte permiso significa concederte el derecho de abrazar la persona que eres, frente a ti misma y frente al mundo, dejando las luchas atrás, las consideraciones de qué es correcto o incorrecto, de qué es adecuado o inadecuado, de qué es apropiado o inapropiado, de qué es lo socialmente aceptado y deseable y que no.

Esta última parte se refiere a que no llegarás a ser completamente tú misma hasta que no decidas…
«Confiar en ti misma»: en tu criterio, en tu opinión, en tu elección; partiendo de que las equivocaciones no existen, que simplemente conseguimos los resultados que esperábamos u otros diferentes, y que confiar en ti no significa no escuchar a los demás, sino escucharte a ti primero. Tal vez tu voz interior te diga: «acude a una persona experta», y tal vez, en ese caso, decidas optar por la recomendación de esa otra persona, pero habrá partido de ti la decisión, será tu voz a la que estás escuchando, no obedeciendo la de otra persona, a ciegas.

Ser quien eres te acerca a ti misma, te conecta contigo misma, pero también con los demás. Te une, no te ata.

Tal vez, con esta reflexión, te quedes con la sensación de haber estado perdiendo el tiempo, pero quiero que ahora, en este momento, tengas en cuenta que cada uno tenemos que andar nuestro propio camino, y a nuestro propio ritmo, las cosas, como las personas y las ideas, llegan a nuestra vida cuando estamos preparadas para abrazarlas, aceptarlas e interiorizarlas, ni antes ni después.

¿Es este tú momento para decidir «ser quien eres»?

Acerca de Cristina

Psicóloga Colegiada Torrejón de Ardoz
Esta entrada fue publicada en Mujeres, Niños y Niñas, Psicología, Sabías que... y etiquetada , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , . Guarda el enlace permanente.