Cuando una relación «no sale como queremos y esperamos», «no acaba bien» (que es lo que solemos decir), tendemos a pensar que, «hemos perdido el tiempo».
¿Por qué esa crueldad hacia nosotros/as y hacia nuestra ex-pareja?
Invertimos nuestro tiempo, nuestro cariño, nuestro afecto, nuestro amor, «en donde» queremos invertirlo, según el momento y la información disponible con la que contamos.
Y cuando hacemos esa inversión, la hacemos de todo corazón.
Cuando uno hace una inversión, nunca sabe qué réditos va a tener, es un riesgo que todos asumimos, nos guste o no, contemos con él o no.
No podemos saber cómo va a salir, ni qué va a pasar, ni qué vendrá de su mano.
Hacer una inversión es un motivo de orgullo, de satisfacción personal.
Porque, cuando haces eso, cuando inviertes, lo que haces es vivir e invertir en la vida que quieres vivir, con toda la ilusión que tienes por ella, asumiendo todos los riesgos. Eso es valentía y ganas de vivir.
Ninguno/a somos Nostradamus.
¡Y que alivio que no lo seamos!
¿Realmente creéis que es mejor vivir, sabiendo de antemano, lo que la vida nos depara? ¿Todo lo que nos depara?
¿Cuántas cosas «nos perderíamos» o no disfrutaríamos por miedo a lo que está por venir, o simplemente por «precaución»?
Vivir, ya de por si, es una apuesta.
Y, cada uno/a, lo hacemos lo mejor que sabemos y podemos, sólo nos queda asumir que nos vamos a equivocar y que otras veces vamos a acertar.
Y, si en el camino, somos capaces de tratarnos con cariño, comprensión y aceptación, nuestro viaje, nuestra apuesta, será infinitamente más satisfactoria, enriquecedora y maravillosa.
Creo que no es posible, o al menos muy improbable, «perder el tiempo».
Otra cosa es que la inversión que hagas, no salga como quieres.
Pero de lo que no cabe duda, es que cada una de las cosas que vives, cada una de las cosas a las que te enfrentas, cada una de las cosas que experimentas, te conforman como persona y van a formar parte de tu paso por esta increíble aventura que es la vida.
Puedes disfrutarla y «sacarle todo el jugo» que puedas, o puedes mirar atrás con arrepentimiento, culpa e insatisfacción.
Una vez más, como siempre la elección será tuya.
Y, os lo digo yo que, he invertido en «pozos secos» (por llamarlo así), con todo mi ahínco, durante años, y es posible que vuelva a hacerlo, porque ninguno/a sabemos si hay agua, a veces, hasta que no llegamos al «fondo».
Pero, ¿sabéis qué?
¡No me arrepiento de nada!
Es cierto que, hay cosas que, me hubiera gustado «ser capaz» de ver o entender antes pero, en el fondo se que, aún no estaba preparada para verlo o entenderlo, necesitaba vivir, experimentar eso, aunque haya conllevado mucho dolor en su momento.
Por eso, cada minuto, cada segundo de mi vida, ha merecido la pena, era una inversión necesaria para vivir el siguiente minuto y segundo que le seguían, me han hecho, cada uno de ellos, la persona que soy.
Mi camino es mi camino, el de nadie más.
Puede que más «accidentado» de lo que me hubiera gustado, pero entonces, yo no sería yo y mi vida no sería mía.
Nuestro tiempo es el bien más preciado que tenemos en este mundo.
Gracias a todas las «malas inversiones» (por llamarlo así), que he hecho en mi vida, hoy en día, soy extremadamente cuidadosa y exquisita en con quién compartirlo y en qué invertirlo.
Es algo que me ha llevado tiempo aprender, pero que estoy infinitamente agradecida de haber aprendido.
Cada segundo, cada minuto, cada día, cuentan.
Y cada día, cuentan más.
La mayor «lección» que he aprendido y que sigo aprendiendo cada día, es saber mejor qué elegir y a quién elegir, de acuerdo a cómo soy yo, a cómo son los demás, a cómo son las cosas y a lo que yo quiero.
Muchas de mis «inversiones fallidas» se han debido a falta de información, de conocimientos, de conciencia, por eso, cada día, que tengo más información, que conozco más cosas y personas nuevas, que mi nivel de conciencia se va expandiendo y ampliando, cada día, mi vida es más mi vida, y yo soy más yo.
¡No pierdas el tiempo, inviértelo!