La madre de mis hijos

Esa mujer a la que buscabas hace tiempo y que, precisamente con el tiempo, tal vez se haya convertido única y exclusivamente en «la madre de tus hijos».

Las mujeres también utilizamos la expresión, claro:
«el padre de mis hijos».

Esa expresión siempre me ha llamado la atención.
Me llama la atención porque parece que estamos llevando a esa persona, a la relación con ella y a las expectativas que tenemos a «otro nivel».
Pero por lo que veo cada día en la consulta y fuera de ella, a veces precisamente lo que estamos haciendo es limitar a la persona, a la relación con ella y a las expectativas que tenemos a «un nivel».
Lo hacemos nosotros/as y lo hace la otra persona, es decir, se limita a sí misma a ese rol que desempeña con amor y entrega, y puede que con excesiva abnegación.

Un paciente me lo decía hace poco: «mi mujer se ha convertido en la madre de mis hijos».
Y, desgraciadamente, tal vez se haya convertido también sólo en eso, «en la madre de sus hijos».

Cuando usamos la expresión, no pensamos en eso ni mucho menos.
Ya que cuando la usamos, inicialmente, nos referimos a esa persona a la que no sólo amamos sino con la que nos planteamos el «mayor proyecto de nuestras vidas».
Una persona en la que confiar y compartir hasta tal punto, que una responsabilidad semejante tenga sentido, y se convierta en una bendición, gracias a estar compartiéndolo con esa persona, y no «en el mayor trabajo de nuestras vidas».

Tristemente, las obligaciones y responsabilidades que conllevan ese gran y maravilloso proyecto pueden cambiarnos hasta tal punto que se nos olvide ser nosotros/as mismos/as, dejando de reconocernos como personas y que cambiemos hasta tal punto que ni si quiera nuestra pareja nos reconozca tampoco.

Todos/as cambiamos, todo nos cambia, es una realidad y una seguridad con la que podemos contar.
Ahora bien, dejar de ser nosotros/as mismos/as, es otra historia.

A veces la relación de pareja desaparece para convertirse… en otra «cosa».
Y no es sólo por la falta de tiempo o de intimidad o de «mimos» o de cuidado, es que tal vez hemos evolucionado en una dirección y de una manera que los puntos en común con la evolución de nuestra pareja ya apenas «se tocan».

No siempre es así, pero en ocasiones ocurre.
Y cuando ocurre, es muy, muy doloroso, pero tenemos que enfrentarnos a la realidad, nuestra relación de pareja, de amor, intimidad, aceptación, comprensión, pasión y compromiso, con un proyecto en común, se ha convertido en una relación cuyos ingredientes son, simplemente, «diferentes».

Es posible que, en realidad, ciertos «ingredientes» ni si quiera estuvieran presentes anteriormente, y nos hagamos conscientes ahora, o tal vez hayan ido desapareciendo con el tiempo.
Como bien sabéis, no suele ser cuestión de blanco o negro.

Y no penséis que es sólo lo evidente.
Las parejas que pasan por un proceso de fecundación y no consiguen engendrar a su deseado y amado bebé, se enfrentan a esto también.
Es posible que la pasión y el compromiso sigan presentes, pero en muchos casos el proyecto común se desvanece, y la intimidad, aceptación y comprensión se ven debilitadas progresivamente.
No siempre es así, pero a veces ocurre.

Hago hincapié en esto porque no hay «modelos de predicción» de cómo va a evolucionar y desarrollarse una relación de pareja, ni los hay, ni puede haberlos, porque de hecho, la realidad nos sorprende a cada paso, y nosotros/as a nosotros/as mismos/as aún más.
No podemos saber qué pasará ni cómo afectará a la relación, por ejemplo: hay infidelidades que fortalecen la relación de pareja y hay otras que las terminan, depende de los casos.

Cuando nuestra relación cambia lo que es seguro es que «los términos del acuerdo» cambian también, explícita o implícitamente, puede que esos cambios lleven a la relación a «otro nivel» más profundo o simplemente a «otro nivel» contractual.
Sin duda, hablarlo con tu pareja os ayudará a definir realmente qué queréis y hacia dónde queréis ir, sea seguir, sea terminar la relación.
Y aunque sólo sea por el amor, respeto y el haber compartido todo lo que habéis compartido, vivido y experimentado, yo os aconsejo que tengáis esa conversación, por dolorosa que pueda ser, porque ambos y vuestra relación, se lo merece.

Si no sabes cómo tener esa conversación o necesitas asesoramiento, no dudes en pedir ayuda, merece la pena, al fin y al cabo, y como os digo siempre: ¡Es el amor (del tipo que sea) lo que mueve el mundo!

Acerca de Cristina

Psicóloga Colegiada Torrejón de Ardoz
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