Los motivos que llevan a una persona, en un momento determinado, a una infidelidad hablan de sus propios deseos, no de mí, ni de ti (nos resulta muy sencillo, en muchos casos, pensar que mi compañero/a es un/a sádico/a (disfruta haciéndome daño), y busca hacerme daño con esa infidelidad, si bien, en la mayoría de ocasiones, las motivaciones que le han llevado a ella, no tienen nada que ver con eso, ni con nosotros/as).
Es más, nos lo planteamos como: «las causas de una infidelidad«, pero lo cierto es que, hablando de las personas y de sus decisiones, raramente podemos predecir o explicar por completo su conducta (¡no estamos en su cabeza!), como pasa con los tornados; pero como sabemos, somos buscadores de respuestas y explicaciones, ciertas o no, que nos dejen tranquilos/as, y creemos que si llegamos a entender por qué mi pareja me ha sido infiel, entonces podré seguir adelante.
La incredulidad, ese «no me puedo creer que mi pareja me haya sido infiel” habla de que tú no estás procesando e integrando lo ocurrido (este aspecto se desarrolla en otra entrada de este blog, ya que contamos con herramientas muy potentes para trabajar este aspecto concreto en terapia), no de que necesites saber por qué lo ha hecho tu pareja (si es que hubiera una explicación y estuviera dispuesto/a a compartirlo con nosotros/as).
Sin embargo, nos sentimos «idiotas» por no «haberlo visto venir», «por no haberlo sabido predecir», como si tuviéramos una bola de cristal… Intentando controlar lo incontrolable, jugando a ser «dioses y diosas todopoderosos/as», principio y fin del universo (digo esto porque tendemos a pensar que cuando otro/a hace algo, ese algo es por mí, por ejemplo: si llego a la oficina y mi compañero no me saluda, es que está enfadado conmigo, le pasa algo conmigo, no nos planteamos el millón de cosas, pensamientos y personas que hay en su vida y la repercusión que puedan tener en él…, no, la causa soy yo).
Si hay una especie de «declaración de principios», al comienzo de la relación, en la que ambos aseguráis: «jamás te seré infiel», respiraréis tranquilos/as, aliviados/as, como si hubierais dado con «la vacuna definitiva para la infidelidad«, pero lo cierto es que no “previene” en absoluto de nada, más bien lo que hace es que nos resulte totalmente inconcebible que pueda llegar a ocurrir o haya ocurrido de hecho dejándonos, tal vez, anclados en esa incredulidad, y nos refuerza también en la idea de que la otra persona, efectivamente, «pretendía hacerme daño adrede porque sabía lo importante que era para mí y aún así lo hizo».
Teniendo en cuenta todo lo expuesto, te oigo decir… si, si, pero, ¿por qué somos infieles?
Respuestas posibles: volver a sentirnos deseados/as; mejorar nuestra seguridad en nosotros/as mismos/as y/o nuestra autoestima; recuperar la chispa en nuestra relación (algunas personas creen que al «probar otras opciones» podrán reafirmarse en la decisión de continuar con su pareja); falta de relaciones sexuales en nuestra relación; no desear a mi pareja actual y no tener valor para dejarla o realmente no querer hacerlo; estar pasando por un «mal momento» en nuestra relación de pareja, estar a punto de casarnos y querer «disfrutar» de nuestra libertad, una vez más; un embarazo deseado o no (afecta al deseo sexual por varias razones y también a la auto-imagen); una oportunidad que se nos muestra ante nosotros «servida en bandeja»; curiosidad; aburrimiento; querer cambiar nuestra rutina; averiguar qué sentimos por nuestra pareja; enamorarnos de otra persona; querer a otra persona; desear a otra persona; estar borrachos/as y por tanto, desinhibidos/as; explorar nuestra sexualidad y nuestras fronteras;…
Estas son algunas de las respuestas que se me ocurren, pero hay otras muchas que no puedes llegar ni a imaginar. Recuerdo una pareja, sus relacione sexuales habían desaparecido por completo desde hacía meses, no hablaban de ello y cada vez se estaban separando más, física y emocionalmente. Después de trabajar intensamente en la terapia la comunicación entre ellos, uno de los miembros de la pareja por fin confesó que desde que su pareja había dejado de fumar sufría un problema de halitosis grave y que no se atrevía a decírselo porque no quería hacerle daño, pero que le hacía tener una respuesta de rechazo físico hacia ella, y que era el motivo principal por el que no quería mantener relaciones sexuales.
Como suelo decir, la realidad supera la ficción.
Si tu pareja te ha sido infiel o bien has sido tu quien ha sido infiel, y no sabes qué hacer, te recomiendo pedir asesoramiento a un profesional antes de compartirlo incluso con tu pareja y tomar decisiones, ya que aquí hemos hablado de las mal llamadas «posibles causas», pero cómo gestionarlo, qué hacer, depende de tu caso concreto, ya que hay muchas cosas que tener en cuenta, y en estos momentos tus emociones (la culpa, el miedo, la tristeza,…) te pueden estar «nublando el juicio».