Se me olvidó ser yo

A veces nos perdemos en este gran viaje que es la vida.
Son tales las idas y venidas, las vueltas y piruetas, los proyectos y quehaceres, las responsabilidades y obligaciones, las personas y relaciones, las realidades y sorpresas que la vida se nos pone patas arriba en menos de un segundo.

Y en todo ese proceso, a veces, seguimos la inercia hasta tal punto que nuestro «yo», nuestro pilar más profundo y fundamental, que siempre nos acompaña, protege y estructura toda nuestra vida y realidad, está tan rodeado de cosas, personas y relaciones, que desaparece ante nuestros propios ojos.

Es muy común cuando acabamos una relación de pareja, y volvemos a tener más tiempo para nosotros/as mismos/as, que nos demos cuenta de que, en el proceso de nuestra relación de pareja ya pasada, hemos dejado atrás ciertas cosas, principios, costumbres y hábitos que tal vez no es que nos definieran como persona pero si que eran una de las partes de nosotros/as mismos que más nos gustaban, y que simplemente relegamos a otro lugar, sin intención de hacerlo, en realidad, pero así ocurrió.

Lo fácil es despotricar contra nuestro/a ex y la relación que teníamos, pero lo cierto es que, al fin y al cabo, todo tenemos que «hacer espacio» a algo y a alguien nuevo cuando se presenta, si es que lo queremos en nuestra vida.
No es nada malo hacer ese espacio, lo hacemos porque queremos, porque queremos tener la oportunidad de disfrutarlo, de vivir esa relación, de conocer a esa persona y que nos conozca a nosotros/as también.
Dicho de otro modo, si queremos bailar ese baile, o nos acompasamos, o no bailamos.

Sin embargo, si a lo que estamos renunciando, si lo que estamos echando en el olvido, si lo que estamos relegando a otro lugar, realmente nos cambia hasta tal punto que no nos reconozcamos en el espejo, lo que está ocurriendo es diferente.

A veces nos damos cuenta estando aún en la relación, y «re-calculamos ruta a tiempo», y es muy natural que esto pase y no hay que asustarse por ello, ya que a veces el torbellino de emociones nos inunda hasta tal punto que la corriente nos descoloca durante un tiempo.

Pero a veces nos estamos perdiendo en una persona, en una relación.
Y el motivo suele ser el miedo y/o la dependencia emocional.

Si crees que eso te ha pasado y te pasa en tus relaciones, ya va siendo hora de que te dediques tiempo a ti mismo/a para averiguar que pasa, porque difícilmente vas a ser feliz en ninguna relación si dejas de ser tu mismo/a en ella, como ya te puedes imaginar.

Ser tú y hacer espacio a una persona y a una relación disfrutando de ese maravilloso regalo: por supuesto, es más, te hará llegar a lugares, a expresiones de ti mismo/a que ni si quiera habías soñado en el viaje de tu vida. Florecerás y te expandirás en el amor.
Dejar de ser tú para convertirte en una persona que no te gusta y no reconoces en el espejo, perdida y desconectada en el camino de la vida: ¿para qué si no eres feliz?

Acerca de Cristina

Psicóloga Colegiada Torrejón de Ardoz
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