¿Por qué es tan importante la «intimidad» en una relación de pareja?

Y con intimidad, no me refiero sólo a las relaciones sexuales.

Recuerdo una película en la se encontraban unas mujeres hablando precisamente de esto, y una de ellas decía:
«si, claro, el sexo significa «te quiero», pero el besarse, el «enrollarse» es… «me gustas«.

¿Qué diferencia una «amistad» de una relación de pareja?
¿Qué diferencia a una relación de pareja de «otro tipo de relación»?

El «modelo de relación de pareja» que tenemos va cambiando con el tiempo, no sólo a nivel personal, sino incluso cultural y social.

Coloquialmente, hoy en día, relacionamos la intimidad en una relación de pareja con el deseo y la pasión, pero es algo mucho más amplio.

La teoría de Robert Sternberg, por ejemplo, diferencia entre la pasión y la intimidad, añadiendo el compromiso, definiéndolos como los tres componentes de una «relación completa».

¿Que entendemos por «intimidad»?

La intimidad está relacionada con esa necesidad de cercanía, de contacto, psicológico y físico; de querer apoyarse en la otra persona y que la otra persona se apoye en ti, de mostrarle tu cariño, afecto, comprensión, dulzura, ternura, cuidado y recibir de ella, de esa otra persona, eso mismo (cada uno a su manera, claro está).

La intimidad también se expresa en querer compartirlo todo con la otra persona (es casi un impulso incontrolable), incluido tu cuerpo y tu alma, tus pensamientos, tus vivencias, tus dudas, tus miedos, tus ilusiones, tus proyectos,…

Descansar en los brazos de otra persona y que esa persona descanse en los tuyos, creando un «lazo», no sólo físico, sino emocional y psicológico.
Es una unión que va más allá de las palabras, más allá de los compromisos o «papeles firmados», es la unión de dos personas que deciden caminar juntas un mismo camino, lleno de amor, aceptación, ilusión, les lleve a donde les lleve, con los obstáculos que encuentren en el camino, reforzando su vínculo, celebrando que afrontan lo que afrontan en la vida, juntos.

Esa intimidad que da el abrir el corazón por completo a otra persona, mostrándole todo lo que hay en él, sus lados «brillantes» y sus lados «oscuros», las cosas de las que te sientes «orgullosa» y las cosas de las que, no tanto, recibiendo amor, aceptación y más amor aún, celebrando que sois las personas que sois, únicas.

Esa conexión, esa unión, no puede compararse a ninguna otra y, en mi opinión, hace que «todo lo demás» tenga sentido.

Cuando conectas con otra persona, te entiendes, todo fluye.
No me refiero sólo a las ideas y pensamientos, valores y objetivos en la vida, me refiero al tipo de conexión que crece, de hecho, lo quieras (y tal vez busques) «conscientemente» o no, que hace que te entiendas sin palabras, la conexión en la que, de forma instintiva y natural, hasta los cuerpos se entienden, y buscan estar juntos, disfrutar juntos, entremezclarse hasta confundirse, siendo su destino casi inexorable.

Las relaciones sexuales son sólo una muestra más de esa intimidad, unión y conexión.

Pensar en: ¿qué nos queda en nuestra relación si no hay intimidad?

Responsabilidades, obligaciones, compromisos, quehaceres, encaje de horarios, acuerdos y desacuerdos, negociaciones, luchas (entre ellas, las luchas de poder), reproches, expectativas, intereses enfrentados,… complicaciones varias y variadas.
En otro ámbito de cosas: familiaridad, compañía, tal vez estabilidad, rutina,… pero también desidia, aburrimiento, frustración, más aún, soledad.

¿Qué sentido tiene «tanta complicación» sin conexión?

Suelo decir que, cuando la intimidad desaparece en una relación, la otra persona, de algún modo, se convierte en «el enemigo», precisamente por esto, porque pasa a ser «la otra parte», ya no estáis en el mismo barco, remando en la misma dirección, algo ha cambiado, ahora hay «dos bandos».

Y, ¿qué se pierde?

Cosas que todas necesitamos: sentirnos deseadas, atractivas, valiosas, importantes, admiradas, apoyadas, aceptadas, queridas, respetadas, necesitadas, hasta cierto punto incluso.
En resumen, se pierde la conexión.
Y los hombres, las necesitan igual que nosotras.

Como dice Sternberg, no sólo es difícil encontrar y conseguir este tipo de «relación completa», sino que el mayor reto suele ser mantenerla.
Él habla de la «necesidad» de un proyecto común (sea el que sea), yo añado la «necesidad» de renovar y alimentar la relación (en toda su globalidad), cada día.
Y, en ese camino, la intimidad es fundamental.

La intimidad, marca la diferencia.
Cuidarla, mimarla, alimentarla, es un gran gran gran regalo.

Acerca de Cristina

Psicóloga Colegiada Torrejón de Ardoz
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