Esta campaña de publicidad de Pavofrío me ha dejado con los pelos de punta:

Mensaje al futuro

Algunas personas me han preguntado qué pienso al respecto, si realmente creo que es así, si creo que «La mayoría de las mujeres pierden la confianza en sí mismas a partir de los 30 años«.

Cuando me lo preguntaron, inmediatamente me trasladé mentalmente a la época en la que tenía, 8, 10, 12 años, en la que quería ser piloto de aviones y estaba totalmente segura de que conseguiría todo lo que me propusiera, a cuando tenía 15 años y sentía y pensaba que yo era estupenda y fantástica, y que cualquier hombre sería afortunado de estar a mi lado, y que si no quería estarlo, que no lo estuviera, no pasaba nada…

¿Qué pasa después?

¿En qué momento dejas de tener esa imagen de ti misma y empieza el «circo de los horrores»?

En mi opinión, empieza cuando llegamos a la conclusión (bien porque nos lo hagan saber directamente o porque lleguemos a esa conclusión, por nosotras mismas) de que: «a los demás no les gusta cómo somos o que «está mal cómo somos» y que deberíamos cambiar y/o ser de otra manera».

Ese rechazo que sentimos puede venir de amigos, de amigas, compañeros o compañeras, vecinos, familiares, modelos que vemos en televisión o en las revistas o blogs de tendencias,… Puede ocurrir en el colegio, en el instituto, incluso en la universidad o en nuestros primeros trabajos.

Pero, sin duda, el «rechazo» que más nos duele, con diferencia, es el que proviene de nuestros padres y madres, y los de las personas a la que amamos, de nuestras parejas.

La mayoría de las veces, sobre todo en estos últimos casos que os menciono, lo que pretenden (aunque es cierto que no siempre es así, por desgracia) esas personas es ayudarnos, quieren que seamos felices, mejores personas (por decirlo así), que saquemos todo nuestro potencial y lleguemos a donde queramos llegar, sacando lo mejor de nosotras mismas.
Y, por eso, tratan de animarnos a que hagamos cambios o nos hacen notar ciertos aspectos que podríamos «mejorar» de nosotras mismas.

Sólo que, a veces, las formas y maneras, hacen que el mensaje no llegue con claridad, sobre todo en el caso de las críticas o los reproches.

Yo puedo «sentirme muy querida por alguien» aunque, en realidad, esa persona «me quiera muy poco», del mismo modo que puedo sentirme «muy poco querida» por alguien que «me quiera muchísimo», porque la clave es que la forma de amar de la otra persona y la mía «se entiendan».

Ese rechazo que sentimos, por tanto, puede ser (dijéramos que) «real» o «percibido».
Ya que por diferentes hechos y comentarios, como una ruptura sentimental, o incluso que no nos digan que están «orgullosos de nosotras», podemos llegar a esa misma conclusión.

¿Por qué nos pasa esto?

Todos queremos gustar.
Todos queremos que nos quieran.
Todos queremos amor en nuestras vidas.

Así que, mucho me temo, que llegamos a la conclusión de que: «tenemos que cambiar, para adaptarnos a lo que se espera de nosotras, a la imagen que tienen de nosotras los demás, especialmente nuestros padres y nuestras parejas, para gustarles y que nos quieran».

Una «conclusión errónea», sin duda, pero una «conclusión habitual».

En ese camino, en ese «transformarnos», hasta a veces deformarnos, intentando encajar en «el zapato de cristal de la Cenicienta», progresivamente…

Nos perdemos.

Nos miramos en el espejo y no nos reconocemos.

Y nos preguntamos:
¿En qué momento dejé de ser yo?
¿En qué momento empecé a dudar de mí?
¿En qué momento la opinión de los demás pasó a ser más importante que la mía?
¿En qué momento mis virtudes se convirtieron en complejos?
¿Qué demonios ha pasado?

Tal vez encontremos las respuestas, tal vez no, pero sin duda podemos hacer algo al respecto:

Como mujeres adultas, volver atrás, como propone la campaña, volver a conectar con ese «yo» nuestro anterior a todo esto, al dolor, a la crítica, al rechazo, a la duda, al cuestionamiento personal, nos permite volver a nuestra esencia, a nuestro «yo» sin filtros ni disfraces ni máscaras.
Nuestro auténtico y genuino «yo» está ahí, sigue ahí:

  • Hacer el ejercicio de decidir ser una misma, y aceptar que habrá personas a las que les guste y personas a las que no, pero que lo más importante es ser una misma, para poder quererte a ti misma, con todas tus partes.
  • Darle la oportunidad a los demás de que te quieran y te valoren tal y como eres, o no lo hagan.
  • Tener claro que, les gustes a los demás o no, te quieran o no te quieran, nunca dudes de ti, porque eres una persona única y extraordinaria, maravillosa en tu complejidad y tu belleza.

Con respecto a las niñas, esas mujeres que van creciendo cada día, es inmensamente importante que:

  • Reciban el apoyo, comprensión y aceptación de sus padres, ya que les dará además la pauta de cómo tienen que ser sus relaciones en la vida, a qué aspirar, qué es aceptable y qué no, en sus relaciones.
  • Nos tomemos tiempo para conocerlas, para saber cómo son y que adaptemos nuestro comportamiento a ello, animándolas a ser ellas mismas.
  • Quererlas tal y como son, y darles nuestro amor, asegurándonos de que ese amor les llega.

Amando y respetando a vuestras hijas, vuestras hijas aprenderán a amarse y respetarse a sí mismas y serán las mujeres que pueden llegar a ser, felices y plenas.

Quiero compartir con vosotros y vosotras una historia de Jorge Bucay que utilizo para trabajar la autoestima con mis pacientes, que espero que os guste:

La historia del anillo – Vídeo

También os dejo un ejercicio que poder hacer con las niñas, utilizando esta misma historia:

La historia del anillo – Ejercicio para hacer con los niños

Acerca de Cristina

Psicóloga Colegiada Torrejón de Ardoz
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