Antes de que comencéis a leer uno de mis famosos listados, os quiero hacer una pregunta…
¿Qué queréis conseguir con la discusión?
Y os planteo esto porque, antes de nada, y por obvio que parezca, si lo que queréis es “soltar lastre”, desahogaros, “quedaros a gusto”, decir “cuatro verdades bien dichas y sacar toda la mierda”…
Chicos, chicas, apuntaros a clases de zumba, compraros un saco de boxeo, escribir lo que necesitéis decir y quemarlo, poneros una canción de Linkin Park y gritar hasta la extenuación, iros a la bendita montaña y chillar como energúmenos/as…
Las ardillas no se van a asustar, no importa la contaminación acústica… Ahora bien, la contaminación de los demás, de nuestras relaciones y de nosotros/as mismos/as…
En este proceso de discutir, sacamos “lo peor” de nosotros/as, y eso se queda ahí, puede que no salga mucho “a pasear” y no os pida pienso para perros/as de presa, al principio, pero ahí está y ahí queda, y más tarde o más temprano, va a tener hambre y ganas de salir a pasear, a correr, a morder.
- Momento poco propicio porque hay: personas delante, implicadas en la cuestión o no (ni que decir tiene, delante de vuestros/as hijos/as, bajo ningún concepto), distracciones varias y variadas (como estar haciendo otra cosa, si estamos hablando, estamos hablando), ha pasado algo previo que requiere vuestra atención y/o dedicación, no tenéis tiempo suficiente o simplemente tenéis prisa, distancia entre vosotros/as (cada uno en una habitación, por teléfono, whatsapp, correo electrónico o paloma mensajera).
- Tratar varios temas a la vez, puede que relacionados con lo que estamos tratando inicialmente, al menos para mí, pero os aseguro que esto no hace más que convertir la discusión en un lanzamiento de mierda sin fin.
- No respetar el turno de palabra interrumpiendo al otro.
- Gritar, chillar para que la otra persona me escuche, enfatizar lo que digo o cualquier otra razón.
- Callarme y no expresar lo que pienso, siento u quiero.
- Dejarme llevar por mis emociones y lanzárselas a la cara a la/s otra/s persona/s.
- Imponer mi punto de vista.
- La discusión solo acaba si yo he conseguido convencer a la/s otra/s persona/s, o bien he conseguido lo que me proponía.
- Meter a terceras personas buscando que me respalden, bien sea corroborando los hechos que yo utilizo para mi argumentación, bien sea sumándose a mi punto de vista, decisión o explicación. Usar vuestra imaginación… Aquí entra desde contar a unos/as unas cosas y a otros/as otras, hasta callarse y “hacerse el/la sueco/a”.
- Culpabilizar/Responsabilizar (Mensajes TÚ) a otro/a de lo que ha ocurrido hasta ahora, sean causas o consecuencias de lo que acontece a día de hoy o sobre lo que estamos discutiendo.
- Dar más peso a lo “emocional” que a lo “racional”, ya que ninguno de los dos aspectos tiene más importancia que el otro, recordar, no estamos tratando de convencer a nadie, con lo cual, realmente, no importa qué nos conduce a pensar y/o a hacer lo que pensamos, decimos y/o hacemos.
- Manipular a la otra persona (y/o la información) para que: se sienta culpable, acceda a mis demandas, “quede mal” ante los demás, “quede yo bien” ante los demás, etc.
- Mentir y/u ocultar información (personalmente creo que el refranero español es una de las mayores fuentes de sabiduría que se puede encontrar: “se pilla antes a un mentiroso que a un cojo”).
- Críticas, constructivas o destructivas, me da igual. Una cosa es expresar la propia opinión o cómo me estoy sintiendo, y otra muy distinta arremeter contra los/as demás.
- Entrar en juicios de valor, de si esto o lo otro es correcto o no, adecuado o inadecuado, bueno o malo, si tengo razón o no la tengo, etc.
- Descalificar, insultar, agredir en cualquiera de sus formas, agresivas o no.
- Ofenderme o sentirme herido/a (claro que puedo sentirlo, pero recordar que el/la único/a responsable de sentir eso que estoy sintiendo, soy exclusivamente yo mismo/a) porque la/s otra/s persona/s exprese su opinión, siendo esta distinta a la mía (como ya os podéis imaginar, ni mejor ni peor).
- Vagar en círculos sin llegar al meollo de la cuestión, siendo vago/a al hablar, sin concretar, sin expresar realmente qué quiero o qué pienso al respecto de lo que estamos tratando, dejando la cuestión “a medias”.
- “Hablar del tiempo”, tentador para evitar el enfrentamiento, pero como suele ocurrir con la evitación, nos lo pone “en bandeja de plata” para “cargarnos emocionalmente” de frustración, impaciencia, nerviosismo y puede que de rabia también.
- Mostrarme inflexible en mis pretensiones, y en caso de que decida hacerlo así (ya que es una posible “estrategia de negociación”, como cualquier otra), entrar en cualquiera de las otras “estrategias agresivas o sumisas” expresadas más arriba.