Lo primero y principal: RESPETO.
Me atrevería a decir, que habiendo respeto, no se trata de una discusión, sino de una conversación, un intercambio de ideas, puede que una negociación incluso, pero hasta ahí.
Las pautas que os voy a recomendar a continuación, están inspiradas fundamentalmente en las técnicas de comunicación asertivas, y son las pautas que recomiendo en consulta, para cualquier ámbito.
Una consideración previa, muy importante también.
Buscar el momento propicio para tener la conversación: cara a cara, sin distracciones, ni presiones de tiempo, un momento receptivo y también os diría que acordado previamente, ya que si no estáis acostumbrados a trabajar los temas de este modo, tal vez necesitéis de algo de preparación previa.
- Respetar el turno de palabra.
- Utilizar un tono amable, conciliador.
- Comenzar con algo positivo: sé que cuando “se entra a discutir” esto resulta especialmente complicado pero, siempre podemos comenzar con un: “te agradezco que te tomes el tiempo y el interés de que tratemos este tema que también es importante para mí”.
- Tratar un tema cada vez, de forma concreta y específica.
- Expresar mis pensamientos y sentimientos con claridad y concreción, haciéndome cargo y responsable de ellos.
Aclarando, si fuera necesario, que no es una acusación o un intento velado de “agredir” a la otra persona, simplemente es lo que pienso y siento, y decido, elijo, compartirlo con la persona que tengo delante.
¿El objetivo? Un ejercicio de respeto hacia mí mismo/a, en un esfuerzo también porque la otra persona me comprenda mejor (fomentando la empatía, por tanto).
Recordar que expresar mis sentimientos o emociones no es dejarme llevar por ellos, puedo expresar mi rabia sin lanzar objetos.
Mensajes YO vs Mensajes TÚ: al expresarme, en todo momento, utilizar los llamados “Mensajes YO”, en los que el peso está en lo que YO siento y YO pienso, no es un ataque hacía el otro (Mensajes TÚ): TÚ me has hecho, TÚ pretendías, TÚ te piensas, etc. - Referir hechos objetivos y concretos, para argumentar y/o clarificar lo que estoy exponiendo.
- Expresar nuestras dudas, nuestros pensamientos, nuestras críticas, procurando expresar todo aquello que necesitemos compartir y expresar (por supuesto, en caso de necesitarlo, podemos retomar la conversación, sin que se convierta en algo recurrente, ya que la idea es completar el proceso).
- Hacer una propuesta de cambio y/o acuerdo, tanto para mí mismo/a como para el otro/a.
- Darle espacio al otro/a para que comparta conmigo su parecer al respecto de lo tratado (os recomiendo que, si el tema es especialmente espinoso, o tenéis tendencia a “engancharos” con él, por la circunstancia que sea, que cada uno/a finalice su exposición para que a continuación proceda la otra persona).
- Finalizar, al igual que comenzamos, con algo positivo. Dicho de otro modo, cerrar con un buen sabor de boca, es fundamental. Si no se os ocurre cómo: “se que no ha sido fácil para ti, al igual que para mí, tener esta conversación, y te agradezco a ti, y me enorgullezco de mí mismo/a, por a ver tratado esto de forma civilizada y constructiva, junto a ti”.
- En caso de que sea necesario, buscar un mediador imparcial que os ayude a seguir estos pasos.