¿Es sólo para los niños y niñas?
Yo no lo creo.
Para mí, la carta a los Reyes Magos es un ejercicio de fe y esperanza, sin igual, y además puede ser «la magia que nos ayude a alcanzar nuestros objetivos».
Supongo que mucha gente creerá que son dos sentimientos o emociones (la fe y la esperanza) propios de una persona ingenua (y puede que lo sean), ya no hablemos de la magia.
Pero, ¿realmente creéis que lo seguiríamos haciendo con nuestros hijos, nuestros sobrinos, nuestros nietos,…, con toda la ilusión, si no tuviera ningún sentido?
De hecho, creencias religiosas al margen, ¿cuántos de vosotros habéis escrito o ayudáis hoy a escribir esa carta, aunque no compartáis esas creencias?
Más aún, ¿cuántas veces habéis ayudado a los Reyes Magos o a Papa Noel a recoger regalos para los niños que no tienen recursos?
¿Será entonces que tiene sentido?
La carta a los Reyes Magos es un ejercicio de amor, hacia nosotros mismos y hacia las personas que queremos, también.
Porque en nuestra carta, todo tiene cabida, tanto lo que queremos para nosotros como lo que queremos para los demás.
En la carta a los Reyes Magos le pedimos a los demás, al Universo, a nuestra propia intención y voluntad, a los Reyes Magos, que traigan felicidad, amor y lo mejor, para nosotros y los demás.
¿Puede haber algo más bonito?
¿Algo más bonito que ese deseo de amor y felicidad compartidos?
Muchos niños (y espero que muchos adultos) aprovechan esa carta, también, para dar las gracias por todo lo que tienen, por todo lo que les ha sido concedido, viven y disfrutan.
No se a vosotros, a mi me parece un ejercicio precioso y algo absolutamente extraordinario.
Para aquellos de vosotros que tal vez aún no lo tengáis del todo claro, me gustaría que tuvierais en cuenta que escribir la carta a los Reyes Magos es un regalo, en si mismo, para nuestra intención y voluntad, que de ese modo se verá dirigida a ese mismo fin, a todo eso que habéis pedido en vuestra carta.
Esa es la magia que nos ayuda a alcanzar nuestros objetivos, lo que se conoce como el efecto Pigmalion o las profecías autocumplidas.
La felicidad, como el amor, cobran todo su sentido cuando se comparten.
¿No os parece?
¡Os animo a escribir esa preciosa carta, pidiendo también para los demás, y dando las gracias!
¡Estoy segura de que a los Reyes Magos, les hará muy muy felices!
¡Y a vosotros también!