Hacer daño a quien amo

En realidad, es algo con lo que puedes contar.
Porque la posibilidad de dañar a otro/a, le ame o no, es inherente al ser humano.

No venimos con manual de instrucciones.
No estamos en la cabeza de la otra persona, no pensamos de la misma manera.
No sentimos las cosas como las sienten la persona que tenemos delante.
No podemos «acertar» siempre y decir la palabra justa, hacer lo que el/la otro/a espera…

Lo único que está en nuestra mano, en realidad, es nuestra intención, nuestra voluntad y lo que hagamos con ella después, si hemos dañado a la otra persona.

Dicho esto, siempre es recomendable ponernos en el lugar del otro.
Sin embargo, eso no es garantía de nada.

Por mucho que queramos «hacer las cosas bien», por mucho que lo que nos mueva sea el amor, y no otra cosa, en algún momento, vamos a dañar a la otra persona.
Y como amamos a esa persona, nos va a doler el doble, porque nada está más lejos de nuestra intención que dañar a esa persona, de eso no hay duda.

Si eso pasa, lo único que te queda es aceptar lo ocurrido, mostrarle a esa persona tu amor, ser comprensivo/a con ella, estar a su lado (si es que quieres estarlo y la otra persona te acepta en ese lugar), aceptar lo que tenga que decirte, lo que tenga que hacer y, una vez más, pero no la última (porque cuando amas esa vez, nunca llega), mostrarle todo tu amor, porque con un «lo siento» no es suficiente, ni para ti, ni para la otra persona.

Amar es aceptar «el pack completo» que la persona es, que tú eres.
Amar es perdonar.
También dañar.

Acerca de Cristina

Psicóloga Colegiada Torrejón de Ardoz
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