Parece sólo un matiz, pero es una diferencia realmente importante, ya que cuando «te quiero«, también estoy diciendo que «te quiero para mí» implica una cierta forma de «posesión» de la otra persona, además de una necesidad por mi parte de que esto sea así.
Y como bien sabemos, el lenguaje juega malas pasadas… Y nos puede hacer creer que realmente necesitamos a esa/s persona/s.
Pero no nos engañemos, necesitar necesitamos beber, comer, respirar y en realidad, poquito más.
La necesidad no convierte al amor en más verdadero, más profundo o más verdadero, no hay que asustarse por no necesitar.
El amor, amar, por contra, es un ejercicio de libertad, implica «elegir» a esa persona para compartir, amar, y por qué no, construir. Nace desde la libertad y el amor sin aditivos, y me refiero a aditivos como: «pretendo que rellenes mis huecos», «sin ti no soy nada», «sálvame», «quiéreme para que yo pueda quererme», etc.
Porque cuando amamos a alguien, queremos que, ante todo y sobre todo, esa persona sea feliz. Jorge Bucay lo expresa muy bien en su libro «Cartas para Claudia»: «Si te quiero, te recorto las alas y te dejo a mi lado para siempre; si te amo, disfruto viéndote crecer las alas y disfruto viéndote volar«.
Pingback: Los hombres que no amaban a las mujeres | Psicólogo Torrejón de Ardoz