Lo mismo, creo yo, que «ser una mujer»…
Ser quien eres sin pedir perdón por ello, sin avergonzarte, sin pretender ser otra persona.
Sin maquillar la realidad, sin pretender ser más duro que una roca y tan sensible como una pluma, todo al mismo tiempo, en el momento justo y exacto, en el momento preciso en el que tú lo necesitas, como si leyera tu mente, como nos venden en las películas románticas y en las novelas de grandes historias de amor.
El modelo social pesa mucho, eso está claro.
Y ese modelo está cambiando constantemente, tan rápido que a veces ni sabemos dónde está exactamente ni de qué se compone.
Eso hace que muchos hombres (y muchas mujeres también, por supuesto) estén confundidos, perdidos, sin saber qué hacer, cómo comportarse, qué pensar, qué desear, no hablemos ya de qué querer y por qué luchar.
Hace un tiempo lo identificábamos con diferentes «hombres de acción» o con los «gentlemen de la pantalla».
Hombres completamente irreales y fuera del alcance, de todo hombre y de toda mujer.
Ahora el modelo ha cambiado, tal vez más atlético, con un estilo «más cuidado», más inteligente, sensible y comprensivo…
Pero a fin de cuentas, es lo mismo, son modelos, son «ideales», no es real.
Un hombre es esa persona que lucha por lo que quiere, que tiene miedo, pero su valentía es más grande que él, que se equivoca, aprende, se disculpa si es necesario, y sigue adelante.
Un hombre no se avergüenza de sus sentimientos ni de sus limitaciones, es honesto, lo cual no significa necesariamente que lo comparta todo pero, lo que es seguro, es que se comparte.
Si te ama, lucha por ti, por conquistarte, te cuida, te hace sentir importante, especial, no porque haya desarrollado toda una «estrategia táctica» sobre cómo hacerlo porque sabe que eso llevará a la «conquista», sino porque quiere hacerlo. Lo hace porque te ama, no con ningún otro fin.
Si no te ama, no te marea, no juega contigo.
Da igual que no sea un buen momento o una situación propicia o fácil, o que estéis en provincias diferentes, o lo que sea.
Si te quiere, puedes estar segura, puedes estar seguro, estará ahí para ti, en la forma que pueda estarlo (que suele distar mucho de la ideal), pero ahí estará.
Y esto exactamente aplica igual y de la misma manera a las mujeres, no tengáis ni la menor de las dudas.
Si una mujer te ama, luchará por ti, por conquistarte, te cuidará, te hará sentir importante, especial (cada uno y cada una a su manera, entiéndase).
Si una mujer no te ama, no te marea, no juega contigo.
Confundimos «ser un hombre» o «ser una mujer» con una respuesta sexual determinada, con un modelo socialmente dominante o prestigioso, con unas expectativas, formas de vestir concretas o modelos románticos.
Y en todo ese proceso, nos olvidamos de ser nosotros mismos, nosotras mismas, que es lo que realmente hace que seamos las personas extraordinarias y maravillosas que somos, etiquetas a parte.
Se quien eres, no te disculpes por ello, muéstrate tal y como eres, no pidas perdón por ello y si te «equivocas» (si es que eso existe), el mejor consejo que te puedo dar es que te disculpes si lo consideras oportuno y te rías, sobre todo si es en una situación especialmente «incómoda» o «comprometida», porque eso no te convierte en menos hombre o en menos mujer, te convierte en ser humano, y ese ser humano que ere tú, es maravilloso.