¿Cuántas veces te has visto a ti mismo, te has oído a ti mismo repitiéndote esta frase?
En esos momentos, entramos en bucle, nos repetimos de forma «obsesiva»: ¿qué ha ocurrido?, ¿qué ha pasado?, ¿cómo?, ¿por qué?,… Y la respuesta es: «No me lo puedo creer…», «Es que, no me lo puedo creer…».
A esos momentos, los llamamos: «Incredulidad».
Lo que está pasando a un nivel más profundo, es que nuestro cerebro está buscando respuestas (de un hemisferio al otro) para integrar eso que ha ocurrido dentro de nuestra red neuronal (almacén de nuestros conocimientos y experiencias).
Una vez tenemos las respuestas, no sólo entendemos cognitivamente lo que ha ocurrido, sino que nuestra emocionalidad cambia, deja de ser tan intensa, la sensación de emergencia y alerta se apacigua.
De esta forma, el trauma, deja de ser tal, para pasar a ser una experiencia, tal vez dolorosa, frustrante,… pero no agónica.
Este proceso natural para nuestro cerebro, ya que está «construido» para ayudarnos y protegernos, no siempre ocurre por sí sólo.
En ocasiones, nos faltan conocimientos y/o recursos para llevar este proceso a cabo, en otras ocasiones, nuestro cerebro ya tiene lo que necesita para «procesar» lo ocurrido, pero tal vez necesite un «empujón» para acelerar el proceso o desbloquearlo si no está avanzando por sí mismo.
Si te sientes identificado/a, contamos con métodos científicamente contrastados para hallar la solución que mejor se adapte a ti. Si quieres saber más, ponte en contacto con nosotros y te informaremos de forma gratuita.
Pingback: Infidelidad | Psicólogo Torrejón de Ardoz