Ya hemos hablado en otra entrada de este blog de «la importancia de acabar bien una relación», ahora bien, y cómo lo hacemos…
Lo primero es ponernos cómodos/as, no hay tiempos establecidos para este proceso, cada persona va a su ritmo, y respetarlo es el primer paso.
Los que estéis leyendo esto y hayáis hecho terapia, o seáis profesionales de la psicología o la educación, sabéis que la curva de aprendizaje no es lineal, va en ascenso, pero tiene avances y retrocesos, que son precisamente los que nos permiten seguir avanzando, al darnos la oportunidad de reafirmar lo nuevo que hemos aprendido. Así que tener paciencia y no desfallezcáis en vuestro empeño (desde luego que esto se aplica a cualquier tipo de aprendizaje).
Daros tiempo para reflexionar y para escuchar vuestros pensamientos y emociones, la mayor parte de la información que necesitáis en este proceso ya está ahí, con vosotros/as.
Para esto os pueden ayudar:
- El ejercicio que ya señalaba en otro lugar: elaborar un relato de nuestra historia de amor, incluyendo lo que sentimos y experimentamos, además de lo que ocurrió, cómo evolucionó nuestra relación, nos permite integrar la información y tener una visión más global.
- Hablar con los/as amigos/as de lo ocurrido: es una opción que nos puede producir un gran «desahogo emocional», si bien también es cierto que nos puede mantener enganchados en lo que sentimos, sea ira, rencor, amor, deseo,… y enganchados también en repetir el mismo discurso una y otra vez, ya que al no escribirlo, resulta más complicado darle una coherencia, de principio a fin, además de que entran en juego las «bienintencionadas» opiniones de los invitados al coloquio, todo lo cual nos puede generar aún más confusión así como sobrevalorar eso que estamos sintiendo, debido al tiempo que le estamos dedicando.
- La meditación es un ejercicio fantástico que nos permitirá entrar en contacto con lo que sentimos, y que también os recomiendo.
- Aceptar lo que sentimos y darle espacio para que se desarrolle o bien desaparezca, no podemos saberlo, pero sin duda nos ayudará a tomar decisiones.
- Hacer una lista de pros y contras es un ejercicio muy común en los procesos de toma de decisiones, si bien cuando hablamos de sentimientos se nos queda un poco cojo, y si vuestra tendencia es a «racionalizar» una situación como esta, en caso de que os decidáis por esta opción, que no sea la única.
- Hacer «limpieza» de todo lo que nos regalo, compartimos o nos recuerda a esa persona y a esa relación: es una parte del proceso, no el proceso en sí mismo; si os recomiendo que antes de dar este paso tengáis bien claro qué queréis, en esta parte del proceso puede ser prematuro.
- Pedir ayuda a un terapeuta: es posible que todos estos ejercicios, una vez emprendidos, os muestren obstáculos que no sepáis cómo salvar: emociones que no podéis aceptar o procesar, pensamientos que os torturen y para los que no encontréis respuesta, hechos que han sido traumáticos para vosotros y que no sabéis cómo afrontar y superar, etc. De ser así, no os angustiéis, es posible que os falten recursos para elaborarlo, de ser así, acudir a un profesional, del mismo modo que llamaríais a un experto para que os ayudara en cualquier otro área de vuestra vida que no supierais cómo solucionar.
Quedar con nuestra ex-pareja, antes de tomarnos este tiempo para reflexionar por nosotros mismos, para compartir con ella lo que sentimos y lo que pensamos, nos garantiza que se nos quedarán cosas en el tintero, y además tiene sus «peligros», como todos bien sabéis: puede acabar en situaciones que van desde el conflicto al «sexo de despedida», fomentando el rencor, la ira, las dudas y tal vez las rumiaciones respecto a por qué se acabo y qué es lo que queremos realmente. Siempre digo que «obligarnos» a cerrar algo antes de que estemos preparados para hacerlo no tiene sentido porque no va a funcionar, del mismo modo que tampoco lo tiene que nos dejemos llevar por nuestros impulsos para después machacarnos y culpabilizarnos por haberlo hecho. Teniendo eso en cuenta, ¡bienvenidas sean todas las opciones!
Los ejercicios que os he propuesto son para vosotros/as mismos/as hasta aquí.
Una vez hecho todo ese trabajo, del que podéis sentiros orgullosos/as y satisfechos/as, sean cuales sean los resultados, el siguiente paso es compartirlo con vuestra ex-pareja. Según escribo esto oigo todo tipo de motivos, y algunas excusas para no hacerlo, y si es vuestra elección, adelante, podéis usar la técnica de la silla vacía o escribir una carta que queméis al viento en su lugar.
Pero si tenéis la oportunidad de compartirlo con vuestra ex-pareja y habéis experimentado en otras ocasiones el dolor, la incomprensión, la frustración e incluso la desesperación y el sufrimiento de haber perdido o acabado con relaciones y personas que realmente amabais sin haber intercambiado ni media palabra, sabréis lo tremendamente difícil que resulta, y el tiempo grande que lleva, pasar página y estar en paz con uno mismo porque el rencor sigue ahí, y te cuesta no sólo creer en las personas, sino también en el amor y en que merece la pena arriesgarse, y eso te convierte justo en la persona que no quieres ser: como decía un paciente, amargado por no amar (tal vez lo sacó de la canción de Mecano, jejeje). Además, es un regalo precioso que podéis hacerle al otro también (ver: la importancia de «acabar bien» una relación).
Si habéis decidido compartirlo con vuestra ex-pareja, os doy algunas recomendaciones sólo generales, para entrar en detalles tendrían que adaptarse según el caso:
- Utilizar mensajes Yo, en lugar de mensajes Tú.
- Hablar de hechos concretos y en caso de añadir valoraciones, dejar claro que son vuestras, no verdades inmutables.
- Hacer un esquema previo no está demás, pero si os genera malestar, tener en cuenta que tampoco es necesario.
- A la hora de hacer una crítica, tener siempre en cuenta que todos nos equivocamos y que hacemos las cosas lo mejor que podemos y sabemos.
- Reservar un espacio para hablar de vuestros sentimientos. Eso es oro puro, no lo saquéis de la conversación sólo porque sea doloroso, el dolor nos recuerda que hay algo que necesita ser atendido, no descuidado.
- Ser concretos y sintéticos, no se trata de hacer una revisión exhaustiva de toda vuestra historia, esa ya la vivisteis.
Una vez que hayáis llegado al punto que seáis capaces de alegraros por lo que habéis compartido con esa persona y os sentáis afortunados y agradecidos por ello, viendo también aquello que no os gustó, que os dolió, tanto por parte de vuestra ex-pareja como por vuestra propia parte, haciéndoos responsables de ella, con vuestras luces y vuestras sombras, cambiando lo que deseéis y aceptando lo que elijáis, habréis llegado a cerrar el círculo y esta etapa de vuestras vidas.
¿La «mala noticia», por decirlo así,…? Llegar a este punto no significa que hayáis llegado al final. Como ya os decía, el proceso no es lineal, así que es posible que vuelvas a sentir «tentaciones» de volver a ver a esa persona o hablar con ella, que la sigas echando de menos, que te siga gustando o que la sigas queriendo, pero no tienes por qué asustarte, recuerda que esa persona fue importante en tu vida y puede que aún lo sea, eso no significa que no puedas elegir seguir adelante con tu vida, significa que has amado, de corazón. ¡Alégrate por eso! Y cada vez que pienses en esa persona, mándale luz y ese amor tan precioso.
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