Dos términos que frecuentemente se consideran iguales, sinónimos, pero que contemplan experiencias totalmente distintas.
La sensualidad tiene que ver con una expresión de nuestra feminidad o masculinidad, tiene que ver con experimentar nuestro cuerpo y nuestra energía sexual, independientemente de si conduce a las relaciones sexuales o no. Se trata de «atraer» y/o «atraernos».
Sentirnos a gusto en nuestra piel, con nuestro cuerpo, su voluptuosidad, sus rincones y pliegues, todo él en su conjunto, y su expresión emocional.
La danza del vientre es un claro ejemplo de ello, no sólo es beneficiosa para masajear nuestros órganos internos, especialmente cuando nos encontramos ovulando o con el periodo, sino que favorece que nos relacionemos y conectemos con nuestros cuerpos con una actitud por momentos provocativa, por momentos seductora, por momentos chulesca, altiva, también distante y misteriosa; disfrutando de esa expresión por si misma, sin buscar ni las miradas ni la relación sexual por si mismas, sólo expresándonos y experimentando con nuestros cuerpos, con sus múltiples posibilidades, sin pretender nada más que eso mismo.
La sexualidad tiene que ver también con una expresión de nuestros cuerpos y nuestras emociones, pero en este caso dirigida a obtener placer sexual, lo que puede incluir tanto las relaciones sexuales como la masturbación, como cualquier otro tipo de conducta que pretenda este mismo objetivo.
En ambos casos, podríamos decir que hay expresiones socialmente aceptadas y otras que no lo son, en cualquier caso, dentro del respeto y las expresiones mutuamente aceptadas y consentidas, es tarea nuestra descubrir y «re-descubrir» como nos relacionamos con nuestros cuerpos en nuestro momento presente, así que…
¡Disfrutar y experimentar!
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