Pasa por hacerse responsable de uno/a mismo/a.
Esto quiere decir, que nos tenemos que hacer cargo de nuestras necesidades, de nuestras emociones, de lo que queremos, de nuestra salud física y mental.
Sin esperar que otra/s persona/s lo hagan por nosotros/as.
Os parecerá algo de perogrullo, pero no en pocas ocasiones esperamos que los demás tomen sus decisiones teniéndonos a nosotros/as en cuenta antes que a sí mismos/as.
Qué hacen o qué nos dicen depende de sus propias necesidades y deseos, no de nosotros/as.
Nos enfadamos porque pensamos que «no nos tienen en cuenta», pero lo cierto es que somos nosotros/as mismos/as los que no nos estamos teniendo en cuenta.
¿Y nos enfadamos porque ellos/as no lo hagan?
Un Adulto/a parte de la base de que si el/la otro/a necesita o quiere algo, lo pedirá, del mismo modo que, si no quiere o no necesita algo, lo dirá también y actuará en consecuencia. (Como podéis imaginar, esto es de vital importancia en las relaciones de pareja).
Pero lo cierto es que, a veces, incluso seguimos culpando a nuestros padres y madres por cómo somos a día de hoy, por lo que hemos vivido, porque «nos ha faltado cariño» o nos han sobreprotegido.
Aunque pueda estar en la base de cómo llegamos a ser quienes somos, sólo se tratará de una explicación del origen, pero no del mantenimiento.
Y por qué somos comos somos a día de hoy, y más aún, cómo cambiar cómo somos, pasa por hacernos responsables de nosotros/as mismos/as:
«Aceptar las cosas que no van a cambiar, cambiar las cosas que deseamos y podemos cambiar, y hacer un ejercicio de honestidad, comprensión e introspección para que seamos capaces de ver la diferencia».