No es que haya «personas de dar» y «personas de recibir», como escuche en una ocasión.
Es cuestión de equilibrio, de reciprocidad.
Nadie te debe nada, ni tu se lo debes a nadie.
Se trata de compartir, no de ajustar cuentas.
Ahora bien, si no hay equilibrio, la relación no podrá perdurar.
La igualdad, en este aspecto, es una utopía, y en realidad, no es necesaria, pero el equilibrio si es necesario.
Siempre vas a encontrar a personas que estén deseando recibir, y lo acojan con los brazos abiertos.
Me atrevería a decir que es precisamente de estas personas de las que tienes que estar sobre-aviso, más adelante veremos con detalle por qué.
Baste ahora señalar cómo, con el tiempo, ese acogimiento se transforma en exigencia, has sentado una expectativa, y tú, en primer lugar, tendrás miedo de qué pasará si «cortas el grifo».
Inconscientemente, la mayoría de veces, hemos entrado en un «juego», en el que hemos empezado a «comprar» el amor de los demás, con detalles y atenciones, con regalos y presentes, con favores y compromisos, en los que nosotras mismas nos hemos metido, hemos establecido una dinámica en la que nuestro valor depende de nuestras acciones, nuestras acciones por y para esa otra persona.
Si las acciones desaparecen o decrecen, nuestro valor lo hace con ellas.
Nos han enseñado, en el pasado, y nosotras lo reafirmamos con nuestro comportamiento en el presente, que para que te quieran, «te lo tienes que currar», «tienes que hacer», si no te lo curras, si no haces, no te van a querer, tan simple y tan estremecedor como eso.
Una de las lacras que cargamos cuando no hemos recibido el amor incondicional que necesitábamos y merecíamos.
El amor no se gana, no es un premio que se da o se quita.
Habrá personas a las que les gustarás y personas a las que no, hagamos mucho o hagas poco por ellas.
Habrá personas a las que les gustarás porque haces mucho por ellas.
Y habrá personas a las que no les gustarás, por mucho que hagas, de hecho, cuanto más hagas, menos les gustarás.
A nadie le gusta sentir y ver, que le están intentando «comprar», por muy inocente que sea el proceso de «venta».
Cuando te han enseñado a querer y a que te quieran, así, no se te ocurre que tenga que haber otra manera ni que de hecho, la haya.
El resentimiento crece y crece en tu interior, y eso entra en conflicto directo con esa idea que tienes tan clara en tu cabeza: «Dar sin esperar recibir nada a cambio».
¡Qué difícil!
¿Cómo no vas a esperar nada?
Pues yo te lo voy a decir, no tendrás que esperar nada con personas cuya forma de amar se entienda con la tuya, porque todo eso que tú hagas por ellas, de corazón, lo harán por ti, igualmente, así que ya lo estarás recibiendo.
Aprender a quererte a ti misma hasta tal punto que decidas con quién quieres compartir, sin sentir la necesidad de «venderte» ni de que te «compren», para que te quieran, te liberará de un lastre enorme.
Es un proceso, lleva su tiempo, pero merece la pena, todo.
No todo el mundo va a tener la capacidad de amar y compartir que tú tienes, date cuenta de que tú la llevas practicando y cultivando durante años (algo precioso que nadie te puede quitar, por cierto), es sólo que la habías aprendido a «utilizar», en lugar de a «compartir».
Habrá personas que no sepan o no quieran compartir, sino que sólo quieran recibir, es una posibilidad, claro, pero esas personas ya no volverán a hacerte daño, ni a hacerte sentir la persona más pequeña e insignificante del mundo, además de ruin, por sentir tanto rencor y vacío hacia ellas, esperando lo que nunca llega, su amor, su atención, su cariño, su cuidado.
Ahora entenderás que a ellas también les han enseñado, en su caso, a que los demás tienen que currárselo, tienen que esforzarse, para ganarse su amor, eso que nuestras abuelas llamaban «hacerse valer».
No hay víctimas ni culpables en este proceso, por mucho odio que hayas podido llegar a albergar en tu corazón, por encontrarte en una situación de necesidad, provocada por alguien (supuestamente, claro, porque esa necesidad la estás creando tú), que sientes que «te ha estrujado como a un limón».
La responsabilidad de aprender a cuidarte y protegerte es tuya, no de la otra persona.
Entiendo que esto te reviente el hígado, pero así es.
No voy a justificar, bajo ningún concepto, que una persona utilice, deliberadamente, a otra, para su beneficio, incluso aún a costa del perjuicio de otra persona, es inadmisible y deplorable, pero también os digo que «hay que valer» para hacerlo, causar un daño a otra persona, de forma deliberada, por mucho que podamos creer, no es fácil, ni plato de gusto para la mayoría de las personas.
Sin embargo, hay personas a las que no les genera ningún conflicto en absoluto.
Es más, son personas que gozan de un prestigio y carisma social, fortísimo, y que nos dejan atónitos, ante su corte de seguidores, nos generan cierta envidia y admiración, de hecho, y podemos estar tentados de «seguir su ejemplo».
Como te imaginas, esa tropa de seguidores y admiradores, son presa de su «embrujo», porque todos podemos llegar a caer…
Al fin y al cabo, son personas que parece que «han llegado», lo tienen todo, montones de amigos, planes inagotables, cosas, personas pendientes de ellas, chicos y/o chicas que las cortejan y «beben los vientos por ellas», trabajos con reconocimiento, negocios prósperos,…
Que las apariencias no os engañen, ahora sabéis cómo lo han conseguido… están dispuestas a utilizar «cualquier medio a su alcance» para conseguir su objetivo.
Si vosotras no seguís ni habéis seguido su ejemplo, motivos, tenéis buenos e incontables para no hacerlo.
No os preocupéis, vosotras encontraréis vuestro propio camino, uno mucho más acorde con vosotras, que os haga sentir orgullosas de vosotras mismas.
A partir de ahora, identificar a las personas así, y manteneros lo más alejadas posible de ellas, es mi consejo.
Y, ante todo, y sobre todo, dedicaros a re-aprender a amar, a ser amados y a amaros, como os merecéis, todo cobrará sentido y se equilibrará, desde ahí, no necesitáis el odio ni un escudo protector, ahora ya sabéis cómo reconocerlo y entender lo que pasa, no necesitáis invertir ni un segundo más, dedicároslo a vosotras mismas.