Todos sabemos ya (o casi todos, porque se le ha dado bombo y platillo), que el enamoramiento inicial dura entre 6 meses a 2 años.
Lo que muchos tal vez no sepáis es que eso, el enamoramiento inicial, es una emoción.
Las emociones, por definición, son reacciones psicofisiológicas de mucha intensidad, cuyo ascenso y caída son relativamente rápidos y tienen poco recorrido.
El amor, por su parte, es un sentimiento, su intensidad puede ser menor, pero su recorrido y duración mucho mayores.
Cuando ya se te ha roto el corazón un «número razonable de veces» (en realidad, con una, es suficiente), tiendes a pensar que no, que el amor no dura, menos aún, para siempre.
Jorge Bucay tiene una visión que me gusta especialmente.
Dice algo así como que él desea enamorarse, una y otra vez, y que su enamoramiento se convierta en amor y se renueve, una y otra vez, volviéndose a enamorar dentro de ese amor.
Me parece sencillamente precioso.
La teoría dice que los ingredientes para una relación «equilibrada» pasan por: pasión, intimidad y compromiso; y para que la relación dure en el tiempo, un proyecto en común.
Entonces…
¿Tal vez las relaciones no duren pero el amor si?
Para mi, el amor es una energía tan potente, tan sagrada, que me cuesta creer (porque elijo creer otra cosa, claro) que se transforme en «nada».
Es más, de hecho, yo siempre he pensado que:
«El amor es como la energía: «ni se crea ni se destruye, sólo se transforma», como dice Jorge Drexler.
Aunque se que buscamos en nuestras vidas, con todas nuestras fuerzas, algo que perdure, que trascienda el tiempo y los cambios, y raramente lo encontramos….
Creo que el amor, el amor auténtico y sincero, es una de esas cosas, que trasciende el tiempo, las circunstancias, y los avatares de la vida, aunque no se conserve exactamente en su forma original.
El amor, en realidad, está en nosotros.
Nosotros somos los que perduramos en el tiempo.
Si, cambiamos, es cierto, pero seguimos siendo nosotros, y nuestra capacidad de amar, sigue ahí, y con ella, el amor.
Las relaciones vienen y van, pero el amor perdura, siempre vive en ti, tanto el que has dado y das, como el que recibes.
Creer que después de haber compartido una relación de pareja durante años con otra persona, de la noche a la mañana, sencillamente esa persona me será indiferente, no me despertará ningún sentimiento, no es realista.
Los sentimientos no funcionan así, no desaparecen, de repente.
Se que es muy triste que la evolución de una relación la haga menos significativa, menos intensa o menos relevante para nosotros.
No tiene por qué pasar, pero a veces pasa.
Leía hace poco un artículo que hablaba de que nos enamoramos de tres personas diferentes en nuestra vida, y de ninguna más.
La primera es nuestro primer amor, un amor idealista que queremos que dure para siempre, pero no puede hacerlo.
La segunda es la persona con la que nos esforzamos y esforzamos para que la relación vaya adelante, para que funcione y perdure.
La tercera es la persona a la que no esperamos, con la que, contra todo pronóstico y aunque las condiciones y circunstancias sean las más favorables para que la relación no prospere, lo hace, y no sabemos por qué, pero todo encaja.
El amor está en todas partes.
Yo, personalmente, no creo que el amor tenga límites, ni numéricos ni de otro tipo, más que los que nosotros mismos nos pongamos y le pongamos.
El amor puede ser para siempre si tú quieres que lo sea.
Su forma cambiará, pero nunca desaparecerá.