Relaciones Tóxicas

Yo también he visto muchas veces esa llamativa portada del libro del mismo nombre, y he de reconocer, que no lo he leído.

A pesar de eso, al igual que tú que estás leyendo esta entrada, reconozco que hay relaciones que son tóxicas.

Relaciones que nos convierten en un «bonsai emocional«, que impiden que nuestras ramas, nuestras hojas, nuestros árboles vitales, que representan nuestro desarrollo vital como personas, en todos sus ámbitos, se reduzcan en lugar de crecer y expandirse.

Hablo de relaciones, ni de hombres, ni de mujeres, ya que ese no es el factor diferencial.

Buceando en Internet he visto tipologías, clasificaciones y demás.

Lo que me parece especialmente importante no es ponerle nombre. Si bien es cierto que es reconfortante en ocasiones, encontrar una clasificación con la que sentirse identificado y decir: «eso es justo lo que me está pasando a mí», lo cierto es que las variaciones pueden ser múltiples y diversas.

Yo te invito a que te hagas la siguiente pregunta:

¿Hay alguna relación en tu vida que te haga sentir pequeño/a, triste, frustrado/a, ridículo/a, infravalorado/a, tal vez sólo incómodo/a?

Si la respuesta es Si, es oficial, tienes una relación tóxica en tu vida.

Tal vez no sepas poner en palabras ese algo que dice esa persona o que hace o ese patrón de comportamiento que incluso tu mismo/a tienes en tu relación con esa persona, que te ayude a identificar claramente que la relación es tóxica, pero realmente tampoco hace falta.Relaciones tóxicas

Yo suelo decir que es fundamental «fiarnos» de nuestra intuición, y que vuestra propia experiencia os dice: si os habéis equivocado al hacerle caso, o más bien cuando no se lo habéis hecho.

Cuando hablo de intuición no pretendo nada místico. La intuición no es ni más ni menos que el resultado de todo ese procesamiento inconsciente que hacemos de la información, es decir, toneladas de datos, de detalles, de los cuales tal vez no seamos conscientes, pero que están en nuestro almacén, y estamos considerando, aunque sin saberlo. Y su manifestación es ese «je ne sais quoi», ese «no sabría decirte exactamente qué es… pero no me gusta».

Pues bien, ahí te encuentras con una o varias relaciones, que no te acaban de «dar buena espina» y que te están limitando, puede que en cosas pequeñas, pero se van sumando.

Tal vez pienses, ¿qué necesidad?

Muchas veces nos sentimos «comprometidos» con esas relaciones, «obligados» a mantenerlas, y peor «responsables» de cambiarlas.

Los patrones de comportamiento dirigidos al cuidado y la protección de otros, por desgracia, son especialmente vulnerables a este tipo de relaciones.

Digo desgraciadamente porque son patrones, generalmente, bien intencionados, que nacen desde el cariño, el afecto y el amor, y que no pocas veces se confunden con «la salvación» y ese es el principio del fin.

Dicho todo esto, la respuesta «sencilla y fácil» sería: «¡Sal corriendo en dirección opuesta de esa relación!». Pero todos sabemos que a veces nuestra relaciones, más que atarnos nos están encadenando. Los motivos son múltiples y nada desdeñables.

Relaciones abusivas, conflictivas, desequilibradas, nocivas, dañinas,… tóxicas en definitiva. Ninguno estamos libre de caer en ellas.

Yo te invito a que te plantees hasta que punto estás «aceptando libremente» esa relación, con qué te está enganchando, porque el análisis racional de los pros y los contras, qué me está aportando y qué me está «costando», hay ocasiones en que no es suficiente para que tomemos una decisión, entre otras cosas porque tal vez la balanza se decante hacia los pros.

A veces es el miedo a estar solos/as, a veces nos sentimos en deuda, o creemos que esa persona nos necesita,… más complejo aún… amamos y/o queremos a esa persona, esa relación, nos sentimos queridos/as, amados/as, necesitados/as y no concebimos sentirnos de otra manera con respecto a esa relación, porque hace que se tambalee nuestra autoestima.

Precisamente a nuestra autoestima es a la que estas relaciones suele hacer más daño. Cada vez que escucho a alguien decir, hablando de una relación que es «sospechosa» de ser tóxica: «si no me cuesta nada…», las alarmas saltan. Por supuesto que sólo el hecho de tener que justificar a otros/as (no digamos ya a nosotros/as mismos/as) que una relación es «nutritiva» y saludable para nosotros/as ya es indicativo de que algo no acaba de encajar, muchas veces el factor de mantenimiento de una relación tóxica es que no tenemos conciencia del coste real que nos está suponiendo.

Recuerda que siempre eres libre para, aún sabiendo que mantienes una relación tóxica, decidir mantenerla, pero sólo si lo sabes serás realmente libre, sino simplemente te estarás dejando llevar, sin pararte a pensar y a elegir realmente, y el daño e impacto serán mucho mayores aún.

Todos conocemos a personas que «son capaces» de mantener relaciones tóxicas sin que, aparentemente, les afecte negativamente. Los secretos suelen ser el distanciamiento emocional con respecto a la relación, su nivel de asertividad y conocimiento personal, su red de recursos, capacidad de autorefuerzos, etc.

No quiero dar un mensaje equivocado con esta última parte.

¿Es posible manejar una relación tóxica? La respuesta es si.

Ahora bien, ¿quieres esa relación en tu vida? Eso ya es otro cantar. He escuchado a este respecto argumentos que tienen que ver con que este tipo de relaciones son una oportunidad para el propio desarrollo personal, el autoconocimiento y la posibilidad de crecer como personas, en cuanto a nuestra habilidades sociales, capacidad de negociación, de ser asertivos, etc.

Pero al igual que ocurre con el «castigo«, creerme, es la peor forma de aprendizaje posible. ¿Funciona? Si, funciona. Pero, ¿a qué precio?

Según escribo todo esto, me estoy acordando de la célebre frase de Groucho Marx: «Nunca pertenecería a un club que admitiera como socio a alguien como yo«. Y me planteo: ¿recomendarías esa relación a tu hermano/a, a tu sobrino/a, a tu hijo/a?

Se que no es fácil «cortar» ciertas relaciones, y menos «recuperarse» de ellas e incluso si quieres aprender a manejarlas porque en este momento no puedes romperla; si es tu caso, no dudes en pedir ayuda e información y, recuerda, las únicas obligaciones que tienes son las que tú mismo/a te marques.

Acerca de Cristina

Psicóloga Colegiada Torrejón de Ardoz
Esta entrada fue publicada en Psicología, Sabías que... y etiquetada , , , , , , . Guarda el enlace permanente.

2 respuestas a Relaciones Tóxicas

  1. Cristina dijo:

    Un artículo relacionado con esta entrada sobre «Personas Víricas» que me ha gustado mucho ;o)
    http://elpais.com/elpais/2013/03/01/eps/1362166637_204041.html

    Me gusta

  2. Pingback: Cuando confundimos Ayudar con Salvar | Psicólogo Torrejón de Ardoz

Los comentarios están cerrados.